«No considero que por haber visto la película puedo ahorrarme leer el libro (a menos que sea un espectador subdesarrollado)» -Umberto Eco
En mis recientes investigaciones sobre traducción, me topé con un libro que, desde el título, me parece maravilloso: «Decir casi lo mismo», de Umberto Eco. Porque, a fin de cuentas y por más que nos rompamos la cabeza, eso es traducir. Las diferencias culturales, así como las estructuras distintas entre idiomas, provocan que no se pueda decir lo mismo, sino casi lo mismo.
Este libro es sobre la traducción entre idiomas, sin embargo, toca un tema de sumo interés y que ha sido continuamente motivo de discusión posiblemente desde el inicio de la industria del cine: la traducción intersemiótica, es decir, la adaptación de un texto del sistema semiótico en que fue concebido, a otro (de un poema a una pintura, de una canción a una animación o, por supuesto, de un libro a una película).
Nos empeñamos en comparar películas y libros, en señalar las diferencias, en condenar las malas adaptaciones; cuando -y bien lo señala Eco-, libro y película no son equiparables. En primer lugar, porque son formas de contar historias infinitamente diferentes y, en segundo lugar, porque bien se aclara: es una ADAPTACIÓN. No es una representación exacta palabra por palabra, escena por escena; es una modificación del material original para que pueda presentarse en un formato aceptable para exhibirse como una película.
No niego que existan las malas adaptaciones, pero este calificativo debería reservarse para las adaptaciones que:
- No respetan el tono del material original, ni los mensajes centrales que este intentaba transmitir.
- Son, independientemente del libro, malas películas.
Fuera de esto, opino que no debería de condenarse la omisión de escenas, diálogos, personajes, etc. Y, como lo señala Eco en la cita con la que abrí este post, los fans deberían de ver la película, pero no creyendo que esto es equivalente a leer el libro, o viceversa.
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